martes, 28 de agosto de 2007

* El Corro de la Patata

Con motivo del encuentro de colectivos artísticos de Madrid convocado en la complutense el 18/05/06 monté este collage como carta de presentación de Manklared.

EL CORRO DE LA PATATA

En biología, un rizoma es un tallo subterráneo con varias yemas que crece de forma horizontal emitiendo raíces y brotes herbáceos de sus nódulos. Es un sistema de reproducción vegetativa común a muchas plantas...entre ellas la patata.

En la teoría filosófica de Gilles Deleuze y Félix Guattari, un rizoma es un modelo descriptivo o epistemológico en el que la organización de los elementos no sigue líneas de subordinación jerárquica —con una base o raíz dando origen a múltiples ramas, de acuerdo al conocido modelo del árbol de Porfirio—, sino que cualquier elemento puede afectar o incidir en cualquier otro (Deleuze & Guattari 1972:13). Así, el rizoma de la botánica, que puede funcionar como raíz, tallo o rama sin importar su posición en la figura de la planta, sirve para ejemplificar un sistema cognoscitivo en el que no hay raíces —es decir, proposiciones o afirmaciones más fundamentales que otras— que se ramifiquen según dicotomías estrictas (Deleuze & Guattari 1972:35).

Nosotros conocemos un sistema comunicacional e informacional que responde a este modelo. Internet es un ejemplo extraordinario de intercomunicación a través de una red espontánea, donde las transmisiones funcionan de manera informal, donde hay escasa jerarquía y donde los propios consumidores son suministradores y emisores. En esas condiciones, la interactividad puede producir la intercreatividad .

La falta de jerarquía en las decisiones de la red (salvo lo relativo a los códigos de identificación de los usuarios, que aún continúan en poder de los gurus de California) da como resultado una red caótica.

En contra de los postulados clásicos con perspectivas reduccionistas y lineales, la Internet ha ayudado a generar una visión circular de nuestra sociedad y del mundo del que participa. Y como tal, es muy difícil determinar sus formas y sus límites. Llamémosle ciberespacio.

En definitiva, “esta concepción permite tratar las redes como circulaciones sin comienzo ni fin, en la medida en que sus empalmes son múltiples, y sus encaminamientos, complejos. Se la recogerá bajo la forma de una visión circular del mundo y sus envolturas sucesivas; visión de un interior orgánico que se autoenlaza para una reproducción asimismo auto” (Sfez, 1995). El orden y el desorden se generan a través de la interacción y la participación activa de los usuarios que son a la vez productores y consumidores del propio sistema. No hay un centro y por consiguiente, el sistema está constituido por redes de redes. De hecho, tal y como afirma Lèvy (1998), el espacio no es desorden sino expresión de la diversidad de lo humano.

Según Lèvy (1998), la cibercultura es el universal sin totalidad. El ciberespacio no genera una cultura de lo universal porque está en todas partes, sino porque su forma o su idea implican el derecho al conjunto de los seres humanos.

El Arte que funciona en la Red cuenta entre sus características el ser colectivo y permitir ser "re-creado" por otros: admite el trabajo colectivo y cooperativo.

Juguemos.



Este texto ha sido articulado a partir de las siguientes fuentes:

http://www.escaner.cl/escaner73/signos.html
http://www3.usal.es/~teoriaeducacion/rev_numero_02/n2_art_gros.htm
http://es.wikipedia.org/wiki/Rizoma_%28filosof%C3%ADa%29
http://es.wikipedia.org/wiki/Rizoma_%28bot%C3%A1nica%29

jueves, 23 de agosto de 2007

* Capra, Fritjof

Fuente del esquema : Jesús Ángel Pardo Álvarez en Wikilearning , (Para leerlo mejor ir al vínculo) sintetiza el pensamiento del Autor Fritjof Capra IMPRESCINDIBLE.
No he podido resisistirme y le he dedicado una entrada completa a este esquem
a tan bien hecho y que nos servirá de introducción para el rico mundo de este autor. Teneís en los vínculos de lecturas este mismo artículo desde el principio, para el que quiera profundizar un poco más. Seguro que alguno de vosotros/as ya lo conocíais o al menos alguna de sus obras:

* El tao de la física (1975),
* El Punto crucial (1982),
* La sabiduría insólita: conversaciones con personajes excepcionales (1988),
* Green Politics (1993),
* La trama de la vida (1996)
* Las conexiones ocultas: las implicaciones sociales, medioambientales, económicas, biológicas de una nueva visión del mundo (2002).

lunes, 13 de agosto de 2007

* Sobre el relativismo

Tras tres semanas de pausa bloguera (aunque os siguiera desde Francia), os propongo una pequeña reflexión sobre lo que hoy se entiende por relativismo (lo que se dice que es y lo que realmente es), su utilidad y sus detractores.


El anti-relativismo o el retorno de los ídolos

¡Atención: vuelven los ídolos! Vuelven el miedo al hombre, el pesimismo dogmático, la teoría de la decadencia de occidente, el moralismo exacerbado, el anti-humanismo. La visión del caos terrenal lleva de nuevo a buscar referencias absolutas en la trascendencia. Retomamos un camino que nunca llegamos a desechar del todo: el que va del cielo a la tierra y no de la tierra al cielo. Ratzinger cargando contra el relativismo moral de nuestro tiempo; la derecha política encarnando la firmeza de principios morales inamovibles frente a una izquierda en crisis, que muda con frecuencia sus pieles y se refugia en el pragmatismo electoralista; filósofos desempolvando el derecho natural[1], el moralismo, la Razón todopoderosa, en definitiva, pensando hacia atrás − como cangrejos; los “defensores de la libertad” recuperando el imperialismo decimonónico que afirma la superioridad incuestionable de la civilización occidental, etc. Parecería que se ha cuestionado tanto que el suelo se ha abierto bajo nuestros pies mostrando el vacío y obligándonos a agarrarnos a algo desesperadamente, aunque ello suponga resucitar antiguos tótems y tabúes o inventar nuevos ídolos. Y, sin embargo, por este mismo motivo parece que aún no se ha cuestionado lo suficiente.


Lo que se entiende por relativismo

En este marco, la cuestión del relativismo ocupa un lugar de plena actualidad en el debate intelectual y pseudo-intelectual (de plató televisivo o tertulia radiofónica). Conviene precisar que nunca se ha dado en la historia de las ideas una corriente que se autodenominara relativismo a secas (sin apellidos) y que se pretendiera con vocación de sistema filosófico omniabarcante. Sólo se han proclamado relativistas ciertas corrientes más o menos dispersas que defienden la relatividad de determinados objetos en determinados ámbitos y que no llevan necesariamente sus análisis hasta sus últimas consecuencias éticas (el famoso “todo vale”). Un ejemplo de esto pueden ser el relativismo cognitivo, que señala la relatividad del conocimiento con respecto a paradigmas, culturas, estructuras sociales o sujetos, y el relativismo cultural, principio de análisis (que no doctrina) básico en Antropología, que combate el etnocentrismo afirmando la necesidad de comprender cada cultura desde sus propias normas y valores.
Hoy en día, se entiende por relativismo aquella forma de pensar que eleva a principio absoluto la idea de que “todo es relativo”, de que “todo depende” (¡Qué daño ha hecho Jarabe de Palo! xD), y tiene en general una connotación negativa en la mayoría de los discursos. Se usa más como arma arrojadiza que como verdadera designación de una filosofía existente, lo cual no es de extrañar, puesto que no resulta difícil desmontar esta idea. Erigido en principio absoluto pierde todo sentido, puesto que afirma la relatividad, es decir, el carácter no absoluto de todo lo existente. Si todo es relativo, nada es absoluto y, por lo tanto, el propio principio de que “todo es relativo” es relativo y pierde su pretendida aplicación universal. El propio principio se rebate a sí mismo como la pescadilla que se muerde la cola. De ahí la imposibilidad de un pensamiento puramente relativista.


Relativismo metodológico y relativismo ético

En este punto se hace necesario distinguir dos formas de relativismo que se confunden habitualmente en el discurso público (inocentemente o no) y que, en la práctica, no se dan necesariamente unidas: el relativismo metodológico y el relativismo ético.
El primero se refiere a una estrategia metodológica basada en la relativización, en afirmar la relatividad de algo con respecto a determinados factores, destacando su dependencia de ellos. En este sentido, resulta poco útil quedarse en declaraciones del tipo de “esto o lo otro es relativo”, puesto que no desvelan a qué es relativo el objeto del que se habla, de qué depende, es decir, cuáles son sus determinaciones o condicionamientos. Es a este propósito al que responde el relativismo metodológico como estrategia argumentativa, al servicio o no de la ciencia. A menudo su capacidad para desmontar teorías que pasan por alto determinados factores o condicionantes de un determinado objeto, teorías reduccionistas que ofrecen explicaciones monocausales o pretendidas leyes sociales queda subestimada. También se ha subestimado su capacidad para señalarnos los límites de nuestro propio conocimiento. Como estrategia siempre ha estado presente en los procesos de formación y evolución del pensamiento en general y, en especial, de la ciencia, que no es sino una construcción inacabada condenada a un interminable proceso de revisión y cambio. Por ello, el relativismo metodológico es un instrumento necesario para el progreso de la ciencia y el conocimiento, y que no debe desecharse ciegamente siguiendo prejuicios morales.
Quizá lo que despierta miedos y resistencias a esta forma de operar es el hecho de que desvela el carácter arbitrario de nuestras propias formas de pensar, sentir o hacer, de nuestras verdades más aceptadas, de lo que nos parece más obvio y menos cuestionable. De ahí que aquellos que se sienten amenazados por esta clase de operaciones cognitivas carguen contra ellas. De ahí que el relativismo se haya vuelto incómodo y se haya ganado tantos enemigos. De ahí que se insista en identificar el relativismo como estrategia metodológica con el relativismo ético del “todo vale”, del “todo depende”, de la ausencia de principios y valores de aplicación universal, como si uno se derivase necesariamente del otro.
Sin embargo, esta especie de doctrina moral que se tiende a confundir con el relativismo en general no tiene existencia empírica, puesto que todos nos socializamos en una estructura de valores que orientan nuestra conducta y nuestros juicios, y que tendemos a considerar válidos para todos, aunque sólo sea por puro etnocentrismo[2]. Todos tenemos una idea (acertada o no) de lo justo, de lo bueno, de lo deseable y tendemos a considerarla generalizable a todos. El “todo vale” es sólo un modelo ideal extremo sin existencia real, construido para advertir contra una situación posible (que no probable, creo yo) y combatirla con antelación, evitando su surgimiento. Como tal no es sino la manifestación de un miedo legítimo a la arbitrariedad y el caos, pero con frecuencia cae en un exagerado alarmismo y tiende a refugiarse en el extremo opuesto de lo que critica, es decir, en el dogmatismo moral de la verdad revelada, la ley natural, los mandamientos divinos y la cerrazón de espíritu.
Para evitar esta clase de extremismos trasnochados creo que conviene hacer un análisis más riguroso del relativismo existente y de las posibilidades de existencia de ese relativismo extremo e ideal que se denuncia, así como de la relación entre las dos formas de relativismo que acabamos de distinguir. Sirva como ejemplo de que el relativismo metodológico no conlleva necesariamente el relativismo ético el caso del padre de la teoría de la relatividad. Einstein nunca dijo “todo es relativo”. Como buen postivista y cientifista se limitó a relativizar la concepción del espacio y el tiempo que hasta entonces había servido de base a la Física, es decir, mostrar su dependencia de ciertos factores que hasta entonces no se habían tenido en cuenta y cuya observación introducía cambios fundamentales en las propias bases epistemológicas de la Física. Sin embargo, nunca extendió esta actitud relativizadora al campo de la ética. Por ejempo, siempre rechazó tajantemente la guerra. Quizá en el caso de Einstein sea más difícil que llevase su relativismo metodológico a un relativismo ético por la distancia que separaba a su objeto de estudio del mundo de los comportamientos éticos. Pero, igualmente, un antropólogo puede analizar la ablación de clítoris como práctica de una determinada cultura (válida y socialmente deseable dentro de la misma), es decir, relativizándola, sin por ello creer en su validez moral o defenderla como justa.


Una alternativa frente a la resurrección de los ídolos

El principal problema que supone el relativismo, como hemos señalado más arriba, es que genera una especie de vértigo al mostrarnos los límites de nuestras creencias más consolidadas, la relatividad de lo que parece de “sentido común”, revelándonos que el hombre no tiene ningún punto de referencia fuera de sí mismo. Querer buscar nuestras normas morales, nuestras normas jurídicas, nuestras normas políticas, nuestras normas sociales de observación, nuestras normas de pensamiento fuera del ser humano como ser biológica, social y culturalmente determinado y limitado, es buscar las respuestas a lo humano en lo ahumano, buscar las respuestas a lo inmanente en lo trascendente, cuando lo humano (biología, sociedad, cultura), inmanente, sólo puede explicarse desde sí mismo y en relación al resto del mundo existente.
Frente al acecho del vacío y la falta de asideros que aparecen en presencia del relativismo, una alternativa al fácil (y cobarde, si se me permite) aferrarse a prejuicios, a ilusiones, a dogmatismos, puede ser la de aceptar nuestras limitaciones, aceptar que los seres humanos no podemos encontrar la estabilidad y fijeza anhelada en un punto de referencia independiente de nosotros mismos, en una perfección trascendente y ahumana. Aceptar nuestra imperfección y relativizar nuestras posibilidades de conocimiento, sin renegar por ello del hombre, sino permitiéndole reencontrarse a sí mismo. El miedo al vacío no debe paralizarnos. Debemos vivir con él y sólo los puentes que construyamos sobre él deben preocuparnos. Debemos dejar de agarrarnos a ilusiones para caminar por nosotros mismos.


Javier Rujas Martínez-Novillo
Alicante, 13 de agosto de 2007


[1] El derecho natural es una contradicción en los términos. El derecho, como construcción humana, no puede ser natural, así como la naturaleza humana, abstracción empíricamente inexistente, no puede ser el origen real de ley universal alguna.

[2] Otra prueba de su inexistencia empírica es que nadie se proclama relativista ético o partidario del “todo vale”.

domingo, 5 de agosto de 2007

* De Pensarse Implosionó


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"¡Como pasa el verano! ando intentando avanzar en lecturas y en algún que otro escrito para colgar pero como a vosotros (me imagino) me es imposible, al menos en la medida que me gustaría. Precisamente esto me ha llevado a escribir este mini (hiperbreve) cuento en el que se trata lo imperfecto del ser humano, las limitaciones y, lo más importante, las posibilidades solo dentro de los límites… bueno pues eso, lectura breve para el verano que entiendo que estamos todos un poco disipados entre los quehaceres y los “queseyores”. Moraleja: Carpe Diem (que es muy sabio y sano).

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DE PENSARSE IMPLOSIONÓ

HASTA DESAPARECER


Las diez de la mañana tras una larga jornada de pensamiento e insomnio. Parecía difícil llegar a conocer todo cuanto le rodeaba - a la par que a sí mismo- y tener tiempo para dormir.
Cómo iba ha hacerlo si todo cuanto podía pensar era pensado por su imperfecto cerebro, visto con sus imperfectos ojos, oído con sus imperfectos oídos, escrito con sus imperfectas manos y leído a partir de su no menos perfecta voz. Sumido en este renunció de sí mismo, el de su insalvable incapacidad de conocer solo como observador, siguió largas horas en duda. Hasta que le aturdió por completo el replicar de las campanas de la vieja iglesia Románica, esa que hacía frente al joven sol veraniego proyectando una magnifica sombra sobre la ventana de nuestro pensador taciturno. Sin embargo el placer carnal de descansar bajo aquella agradable sombra no entraba en los planes de superación y comprensión cósmica de aquél desgraciado. Por ello continuó reflexionando, descartando todo elemento de duda y pensando sobre él, sobre el cosmos, sobre lo social, sobre, sobre… y entonces cayo en la cuenta. Se concentró con todas sus fuerzas y cambió su foco de atención en lugar de “sobre” a “en” y cuando llego a pensar en lo social, en el cosmos, en él, él… entonces comprendió el Todo, entonces sintió que todo el mundo se replegaba sobre sí y en él, entonces ya no pudo parar, la espiral del conocimiento se invirtió siendo el mismo el recipiente y el vacío que lo contiene. Implosionó en multitud de colores y sensaciones que inundaron toda la estancia, convirtiéndose en conciencia pura, inmaterial, totalmente transformado en un ser omnicomprensivo, extraterreno y ahumano.

Entonces ardió en deseos de contarle a todo el mundo aquello pero se dio cuenta de que no tenía manos, para escribir, ni labios para hablar, ni ojos para mirar, ni oído para oír… ni nada, él mismo era Nada. Comprendió que él era parte y ausencia de sí mismo y dejo de existir. La más imperfecta de las manos puede con sus trazos guiar la senda de los que con imperfectos ojos puedan leerla. Desde entonces ya nadie olvidó la historia del pensador que de pensar en sí mismo se introvertió hasta desaparecer.